¡Hola chupeteros! El día de hoy vamos a hablar de la oxitocina, o también llamada la hormona del amor.
Aunque cuando hablamos de la oxitocina siempre pensamos en el momento del parto y en su función para aumentar las contracciones, pero es mucho más. Se trata de una molécula bastante pequeña que se produce en el sistema nerviosos central, en una zona llamada hipotálamo. Más tarde viaja hasta otra zona del cerebro, donde se acumula y se libera cuando es necesario, las funciones dónde están más implicadas son en actividades como el crecimiento, metabolismo, reproducción…
¿Pero, por qué se le llama la hormona del amor? Esta hormona se suele “activar” en las actividades relacionadas con la afectividad, y juega un papel muy importante durante el parto y la lactancia materna.
Durante el parto, nuestro cuerpo libera oxitocina en altísimos niveles de manera natural. La secreción de oxitocina se estimula por la distensión del cérvix, y ayuda a que nuestro útero se contraiga, favoreciendo la dilatación del cuello uterino, el nacimiento del bebé y la expulsión de la placenta.
Conforme va avanzando el parto, los niveles de oxitocina van aumentando; y tanto la madre como el bebé son capaces de producir oxitocina durante el parto, favoreciendo el vínculo de apego temprano madre-hijo en las primeras horas de vida.
Durante la lactancia, la oxitocina juega un papel fundamental. Existen receptores de oxitocina en la glándula mamaria que le permiten actuar allí. Los lactocitos son las células que producen la leche materna, los cuales se agrupan alrededor de los conductos y están rodeados por células mioepiliales (similares a las células musculares). La oxitocina hace que estas células se contraigan y favorecen que la leche fluya.
La succión del bebé también estimula la liberación de oxitocina. El reflejo de eyección es bilateral, es decir, afecta a los 2 pechos a la vez; por eso es normal que cuando estamos dando de mamar de un pecho, el otro también gotee.
Además, la oxitocina también se libera en respuesta a otros estímulos (ver u oír al bebé, tocarle…). Por ello, algunas madres notan que sus pechos gotean cuando oyen llorar a su bebé.
A mediados del siglo XX, se consiguió sintetizar la oxitocina de manera artificial. En especial, se emplea para inducir el parto. De esta manera, se pretende imitar los procesos que suceden de manera natural y desencadenar el parto.
Siempre que se utilice la oxitocina sintética durante el parto es imprescindible la monitorización de la frecuencia cardiaca del bebé. De esta forma el goteo de oxitocina es seguro tanto para la madre como para el bebé.
El comportamiento maternal hacia sus bebés, se debe principalmente a la secreción de la oxitocina. Se ha visto que, tras el parto, si se coloca al bebé piel con piel sobre la madre, ésta libera picos de oxitocina a los 15, 30 y 45 minutos. Los niveles de oxitocina vuelven a la normalidad a los 60 minutos tras el parto si el bebé no succiona. La oxitocina es la responsable de ese flechazo que tienen las madres hacia sus bebés consistente en caricias, mimos, vocalizaciones… Sin embargo, no todas las mujeres lo experimentan, porque hay situaciones en las que la oxitocina puede inhibirse, como puede ser el estrés, un parto traumático, etc.
Se han estudiado otras funciones de la oxitocina, apreciándose que ayuda a disminuir la tensión arterial y el estrés.
Como hemos visto, la hormona del amor juega un papel fundamental durante el parto y la lactancia. Pero, además, está implicada en la conducta y es la responsable del comportamiento maternal y paternal.
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