¿Te has preguntado alguna vez porqué los bebes gozan de tan buena flexibilidad? La respuesta está en plantearse de dónde viene realmente esa flexibilidad. Lo que sucede es que tienen algunos huesos de su cuerpo fragmentados, lo cual es completamente natural, ya que facilitará la salida por el canal del parto. Además, no solo eso, sino que sus huesos no son tan robustos como los de un adulto, digamos que tienen un esqueleto un poco más blandito.
Durante su crecimiento intrauterino, el bebé va desarrollando su sistema músculo-esquelético, sin embargo, no ha tenido la oportunidad de moverse tanto como para ejercitarlo. Es por eso que sus huesos y músculos carecen de minerales necesarios como el calcio o el fósforo, al no requerir de la madre dichos nutrientes. Esta es la explicación a su “esqueleto flexible”.
En el curso de sus primeros meses de vida, el recién nacido disfruta de esta flexibilidad, como decíamos, debido a unos huesos blandos y maleables. Esto explica que los bebés sean capaces de tocarse los pies, llevarlos a la boca o chupar los deditos, o adoptar posturas imposibles… Sin embargo, con el paso de los años, el esqueleto comienza a endurecerse para formar los que serán los huesos definitivos, lo que conlleva que vaya disminuyendo la flexibilidad corporal.
Aquí es donde planteamos el yoga para bebés, que puede ser introducido desde el primer día de vida para estimular dicha flexibilidad. Lo ideal sería consultar con un especialista para que nos recomiende los mejores ejercicios para nuestro bebé, atendiendo a su edad y sus posibles circunstancias especiales. Además de los ejercicios, es importante poner atención a la música con la que se acompañará la sesión. Esta debe ser lo más relajante posible para favorecer este estado en nuestro bebé.
De cualquier forma, aunque no estemos pensando en fomentar la flexibilidad de nuestro bebé, debemos recordar que ellos necesitan ejercitarse tanto como un adulto. De hecho, fíjate que, curiosamente, lo primero que hace al despertarse es estirarse de forma intuitiva y sistemática.
Controlar este estiramiento puede resultar muy beneficioso ya que, en sus primeros meses de vida, un bebé no realiza una gran actividad física. Le vendrá bien moverse suavemente dentro de sus límites físicos, y así será capaz de tonificar sus músculos para su correcto desarrollo y aumentar su flexibilidad, aumentar la extensión y coordinación de sus movimientos, movilizar la circulación sanguínea y oxigenar la musculatura, y en general obtener una agradable sensación de confort.
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